Lisboa Minha Cidade

Lisboa Minha Cidade
Mirador de Santa Luzia

terça-feira, janeiro 07, 2014

‘Performance’, ese claro objeto del deseo


Mucho antes de convertirse en artista de referencia y esposa de Lou Reed, Laurie Anderson pasó el verano de 1974 tocando el violín en plena calle, subida a unos patines incrustados en un bloque de hielo. Cuando el hielo se derretía, su espectáculo había terminado. A algunas manzanas de allí, John Zorn organizaba conciertos experimentales en su ático para un selecto público de solo dos espectadores, a los que daba cita dentro de su armario. Pocos meses antes, Vito Acconci había levantado el escándalo al masturbarse en una galería neoyorquina mientras narraba por megafonía en qué consistían sus fantasías sexuales.
En esa radical escena neoyorquina de los setenta volvió a aflorar una práctica artística nacida en los días del Cabaret Voltaire, reinventada por artistas que querían demostrar que otro arte era posible, siguiendo el ejemplo de Yoko Ono, desnudada por turnos por su propio público en la mítica Cut piece, o de Joseph Beuys, que una década atrás había asegurado que incluso pelar una patata podía ser arte, siempre que uno lo hiciera adrede.