En las caprichosas nóminas del 'mainstream' artístico español no figura Elena Asins (Madrid, 1940). La suya ha sido una aventura que se ha confeccionado desde los márgenes. En ese espacio que convierte a un creador en una figura íntima, concentrada, ajena al escaparatismo habitual del mercadeo del arte. Diríamos que Elena Asins escogió por territorio la complejidad, la experimentación desde un frente aún pionero en los años 60, cuando vinculó su búsqueda creativa con la computación.
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