Hatshepsut, la más grande de las reinas de Egipto, la poderosa soberana que se sentó en el trono del país del Nilo como un hombre, un verdadero faraón con barba -postiza- y todo, y lo condujo a una de las cimas de su esplendor, no reposa en ninguna de las dos tumbas que se construyeron para ella entre la sagrada y áurea arena del Valle de los Reyes ni en ningún misterioso escondite. Su momia, de 3.400 años, dormía anónima y humildemente en los sótanos del Museo Egipcio de El Cairo, su descanso perturbado por los pasos de millares de turistas y su real oído, que escuchó otrora los secretos de los dioses, al alcance del insidioso claxon de cualquier taxista de la capital.
Lisboa Minha Cidade
quarta-feira, junho 27, 2007
La reina dormía en el sótano
Hatshepsut, la más grande de las reinas de Egipto, la poderosa soberana que se sentó en el trono del país del Nilo como un hombre, un verdadero faraón con barba -postiza- y todo, y lo condujo a una de las cimas de su esplendor, no reposa en ninguna de las dos tumbas que se construyeron para ella entre la sagrada y áurea arena del Valle de los Reyes ni en ningún misterioso escondite. Su momia, de 3.400 años, dormía anónima y humildemente en los sótanos del Museo Egipcio de El Cairo, su descanso perturbado por los pasos de millares de turistas y su real oído, que escuchó otrora los secretos de los dioses, al alcance del insidioso claxon de cualquier taxista de la capital.
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