
Sonia recuerda con dolor la década de los 90. Tenía poco más de 20 años,
había huido de su pueblo en Asturias a Madrid y ejercía la
prostitución. Era una mujer transexual, es decir, no era mujer
cisgénero. Ella nació con pene. Pero para la inmensa mayoría de sus
clientes, Sonia era un travelo. Un tío con tetas. Unas tetas con polla.
Sonia relata con amargura los años en los que vendió su cuerpo para
iniciar el proceso de reasignación de sexo, impensable que pudiera ser pagado por la Seguridad Social; aquello no ocurrió hasta 1999.
Inimaginable también que alguien llegara a llamarla por el nombre con
el que se identifica. Aún tiembla al recordar las continuas vejaciones
que sufrió: "No solo te humillan con saña. Quieren hacerte mucho
daño. Por ejemplo, metiéndote un bate de béisbol por el ano mientras
calibran en voz alta hasta dónde entrará
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