
En verano de 1982 Gala, la esposa de Dalí —su agente, su cómplice y
coautora más que musa, como el propio pintor reconoció al firmar tantas
obras “Gala Salvador Dalí”—, murió con casi 90 años a causa de las
complicaciones derivadas de una operación de fémur. Su muerte dejó al
pintor, envejecido y ya enfermo, sumido en una creciente melancolía que
jamás superó. Instalado en Púbol (Girona) tras el entierro de Gala en la
cripta del castillo Dalí apenas realizó algunas pinturas los meses
siguientes, hasta dejarlo por completo
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