Luego de 18 años de ausencia, un presidente norteamericano retornó al Foro Económico Mundial, fundado en 1971 por Klaus M. Schwab
(profesor de negocios internacionales en Suiza). Entre otras
actividades, el popularmente conocido “Foro de Davos” (por la ciudad que
acoge al evento) reúne -en enero de cada año- a líderes empresariales,
políticos, representantes máximos de organismos multilaterales,
periodistas y a intelectuales seleccionados por sus organizadores, para
analizar al mundo. Además de esa élite económico-política, al Foro
llegan -cual mendigos- ministros de países proveedores de materias
primas “suplicando” por inversiones o presidentes rastreros como el
argentino (que, para sentirse más cercano a los capos del mundo, negó
los orígenes indígenas y mestizos de su país). Y en este año se destacó
un grupo de mujeres que en Davos “juegan al feminismo”, pero “que simbolizan -como anota Paula Ortega, en Diario El Salto- el poder y la 'emancipación' desde el individualismo y para sus carreras” en organismos multilaterales, como el FMI, u otros organizaciones políticas, económicas o sociales de poder mundial.
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