
Frasco de oro en forma de pez para aceite
perfumado, del Tesoro del Oxus, en la exposición sobre el lujo en la
antigüedad en CaixaForum Barcelona. EUROPA PRESS
La colección de coches de David Beckham y los carros de guerra de los
reyes y príncipes asirios están unidos por una característica de los
seres humanos que no ha variado en tres mil años: el gusto por el lujo y
la ostentación. Si el exfutbolista y su mujer, Victoria Beckham,
representan el culto a la suntuosidad y el boato de nuestra época
expresados en las villas, los relojes y la ropa caros y el papel cuché
del Hola, por su parte los palacios, los tesoros de oro y
plata, los exquisitos tejidos y los perfumes eran los no tan distintos
signos de la riqueza opulenta y extravagante en la antigüedad.
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