El arte marca su território

El arte es un animal. Lleva mucho tiempo encerrado en edificios y casas, mirando por la ventana o dejándose calentar controladamente por la luz artificial. Hasta el más radical o rebelde suele terminar bajo techo, protegido. Debidamente mantenido, quieto, silencioso. Preservado, a veces, durante siglos. El arte es, en general, un animal doméstico. Quizá un gato. Un felino que no ha perdido del todo el instinto merodeador. En los últimos años hay una especie que circula por la ciudad, que aparece y desaparece, y deja colgando en el aire su sonrisa como el enigmático gato de Cheshire.
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