Las caras de hace 500 años

Mucho más que objetivos, lo que se necesita para vivir es un semblante”, escribió Elías Canetti. Detrás de cada cara hay un secreto, una historia que desconocemos y que necesitamos urgentemente conocer, cuando la contemplamos a solas en un cuadro. No es fácil explicar esa pulsión que late en algunos retratos, pero en la vida también hay rostros que ejercen sobre nosotros un poderoso influjo cuando nos los cruzamos en una calle o los vemos recortados a contraluz sobre la vidriera de un café. No es algo que tenga que ver con la belleza, sino con el misterio. A veces lo que nos llama la atención de un rostro es un detalle tan insignificante como el lóbulo de una oreja, o un punto blanco diminuto y brillante en las pupilas. La primera vez que contemplé de frente la Gioconda, no pensé en su sonrisa, que es un icono universal, sino en su voz. Me imaginé el tono grave, un tanto extraño en la mujer de un panadero, sorprendentemente bajo, un poco enronquecido, como el de Jean Moreau.
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