
Fui educada en un colegio de monjas del que me dejaron salir
corriendo en cuanto lo planteé en casa. Jamás recibí educación sexual
más que la que pudieran ofrecerme mis amigos, que no amigas. Estudié lo
que quise sin que mis progenitores me aconsejaran lo más mínimo y ambos,
en conjunto y por separado, me obligaron a asumir las consecuencias de
mis actos, lo cual agradeceré toda mi vida.
Pertenezco a esa generación a la que no le ha quedado otra que
plantar cara porque nuestros padres fueron los primeros en reventar
todos los parámetros. Ante la duda de lo que pudiera pasar, nos
bautizaron como generación X. La gran incógnita. Y nuestras camas, no iban a ser menos.
Sem comentários:
Enviar um comentário