
Truman Capote
tuvo competencia en el corredor de la muerte. Antes de ser ahorcado,
Richard Hickock, uno de los dos asesinos retratados en su novela A sangre fría,
escribió su propia versión de la matanza de la familia Clutter. Pero el
texto, de unas 200 páginas, nunca llegó a publicarse. Mientras la
reconstrucción de Capote,
símbolo máximo del Nuevo Periodismo, alcanzaba la gloria, el relato que
hizo el criminal sobre los mismos hechos se perdió en la corriente de
los días. A ello contribuyó el propio Capote. Megalómano y ferozmente
competitivo, al conocer la existencia del manuscrito intentó comprarlo
y, tras fracasar, lo silenció. Durante medio siglo, la versión del
asesino permaneció olvidada hasta que una investigación de The Wall Street Journal la ha vuelto a sacar a la luz.
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